A 100 metros nuestra presencia también es poderosa
08-ABRIL
La semana pasada una señora vio el cartel de “No estás sola, podemos ayudarte”, y se nos acercó para conversar. Nos dijo que su hija acababa de llegar de su país (creo que de Colombia) y se había dado cuenta de que estaba embarazada. Lleva poco tiempo aquí, no está empadronada, no tiene papeles, no tiene trabajo, y tenía miedo de ir al médico porque pensaba que le iban a cobrar dinero.
Yo lo único que les dije es que no se preocupara, que la iban a atender, que le iban a hacer seguimiento, que no le cobrarían nada, que para seguimiento de embarazo no iban a mandarle ningún tipo de factura. Y entonces, ya se quedó más tranquila.
Le di la hoja del Hogar de María y me dijo que le diría a su hija porque ella quiere tener al niño y le iba a ayudar en todo. Le di el teléfono del Hogar de María.
Llegamos al punto de oración, y en el turno de la tarde, el del turno anterior me dijo: “mira, tienes ahí a dos personas sentadas que han pedido ayuda, información. Yo no sabía muy bien qué decirles y como ibas a venir tú ahora, te están esperando”. Me puse a hablar con ellas; eran una mujer de 32 años embarazada, con la cara hinchada de llorar, y su amiga.
Ella vino de Nicaragua hace tres meses, con la intención de trabajar. Tiene dos hijas en Nicaragua y quería trabajar para mandarles dinero, porque allí era imposible trabajar en nada. Y ayer se enteró de que estaba embarazada. No pensaba que podía estarlo porque llevaba tiempo con problemas en los ovarios, y parecía que era muy improbable quedarse embarazada.
El padre está en Nicaragua, pero no es pareja estable, y ella estaba aquí sola, dormía en la casa de la señora donde trabajaba, pero la señora o la hija de la señora, al enterarse de que está embarazada, le ha dicho que no siga ahí trabajando, que no quieren a nadie embarazada.
Entonces se ha visto en la calle y está en casa de una conocida, pero viven hacinados, y no puede seguir ahí. Tampoco la van a contratar en ningún sitio estando embarazada, pero ella tenía claro que iba a seguir con el embarazo como fuera, pues no entraba en su cabeza el hacer esa barbaridad. Y entonces, al ver que estamos ahí, que damos ayuda, quería saber cómo poder buscar alojamiento o trabajo o lo que sea.
Le hablé de las ayudas que damos, del Hogar de María. Le cogí su teléfono y ella el mío y se quedó más tranquila. Incluso sonrió, ya veía un poquito de luz… también tenía miedo de ir al médico y de que le cobraran.
Yo le ofrecí alojamiento, pues tenemos un sitio para alojar a mamás que están solas. Le estamos haciendo seguimiento.
Elena
Yo lo único que les dije es que no se preocupara, que la iban a atender, que le iban a hacer seguimiento, que no le cobrarían nada, que para seguimiento de embarazo no iban a mandarle ningún tipo de factura. Y entonces, ya se quedó más tranquila.
Le di la hoja del Hogar de María y me dijo que le diría a su hija porque ella quiere tener al niño y le iba a ayudar en todo. Le di el teléfono del Hogar de María.
Llegamos al punto de oración, y en el turno de la tarde, el del turno anterior me dijo: “mira, tienes ahí a dos personas sentadas que han pedido ayuda, información. Yo no sabía muy bien qué decirles y como ibas a venir tú ahora, te están esperando”. Me puse a hablar con ellas; eran una mujer de 32 años embarazada, con la cara hinchada de llorar, y su amiga.
Ella vino de Nicaragua hace tres meses, con la intención de trabajar. Tiene dos hijas en Nicaragua y quería trabajar para mandarles dinero, porque allí era imposible trabajar en nada. Y ayer se enteró de que estaba embarazada. No pensaba que podía estarlo porque llevaba tiempo con problemas en los ovarios, y parecía que era muy improbable quedarse embarazada.
El padre está en Nicaragua, pero no es pareja estable, y ella estaba aquí sola, dormía en la casa de la señora donde trabajaba, pero la señora o la hija de la señora, al enterarse de que está embarazada, le ha dicho que no siga ahí trabajando, que no quieren a nadie embarazada.
Entonces se ha visto en la calle y está en casa de una conocida, pero viven hacinados, y no puede seguir ahí. Tampoco la van a contratar en ningún sitio estando embarazada, pero ella tenía claro que iba a seguir con el embarazo como fuera, pues no entraba en su cabeza el hacer esa barbaridad. Y entonces, al ver que estamos ahí, que damos ayuda, quería saber cómo poder buscar alojamiento o trabajo o lo que sea.
Le hablé de las ayudas que damos, del Hogar de María. Le cogí su teléfono y ella el mío y se quedó más tranquila. Incluso sonrió, ya veía un poquito de luz… también tenía miedo de ir al médico y de que le cobraran.
Yo le ofrecí alojamiento, pues tenemos un sitio para alojar a mamás que están solas. Le estamos haciendo seguimiento.
Elena