Esta clase (de demonios) solo se expulsa con la oración y el ayuno
16-ABRIL
Hoy cubría mi primer turno de la campaña de 40 días por la Vida en Castellón. Habíamos rezado mi compañera y yo el rosario junto a otro hombre que se ha sumado; después hemos empezado a rezar el viacrucis.
Parecía un día tranquilo porque Mediterránea Médica estaba cerrada; por tanto, ni personal ni mujeres ni nadie iba a acudir allí. Sin embargo, un hombre latino se ha acercado a nosotros y nos ha dicho:
– Tengo una pregunta para ustedes. ¿Puedo?
Le contesté que sí, sin problema.
Él nos preguntó señalando el abortorio.
– ¿No creen que las mujeres tienen derecho a abortar? –
Y simplemente le dije "No".
Un instante de silencio y el hombre volvió a preguntar
–¿Por qué?
Yo le contesté desde una experiencia propia.
–A mí me quisieron abortar y yo tengo derecho a vivir igual que todos. Mi madre pasó mal embarazo y le insistían en abortarme, pero ella siempre se negó y lo pasó muy mal con esas insistencias.
El hombre, ya nervioso, dijo que no podíamos estar ahí, que ninguna mujer va a dejar de abortar porque recemos y me preguntó:
–¿Cuántas han dejado de abortar?
Gracias a Dios en Castellón hace dos o tres campañas una chica se aproximó a un voluntario después de salir del abortorio y le dijo que no iba a abortar por qué lo vio allí rezando. Esta chica simplemente quiso que lo supiese, no quiso ayuda ni ser conocida pero me acordé de ese hecho y le pude contestar:
–Una, una chica se acercó y nos dijo que no abortaria gracias a nosotros.
El hombre contestó:
– Y como lo habrá criado?, ¿en qué condiciones? Mejor que aborte en vez de darle una vida indigna. ¿Hace cuánto de eso?
Le contesté que sí, que decidió criarlo y que sólo hacía un par de años.
El hombre entonces levantó la voz y le pedí que nos dejara rezar, que no estábamos ahí para debatir. Él contestó que si éramos conscientes que por poner un cartel que dice “Rezamos por ti y por tu bebé” teníamos que estar abiertos a debatir.
Contesté que puede generar un debate social, pero que no estaba ahí para debatir nada y que no quería debatir con él y no podía obligarme a hacerlo.
Entonces empezó a increparnos, hablando contra la religión, diciendo que somos el problema, que nuestra religión había provocado todas las guerras del mundo y matado mucha gente. Era irónico frente al centro donde más seres humanos son asesinados en nuestra ciudad de forma legal.
Nos dijo que le diésemos dinero a las mujeres para vivir. Le contesté que podría venir a ayudar a Provida, que ahí ayudamos a las mujeres.
Contestó que no, que él no iba a ayudar a nada, que no teníamos derecho a rezar ahí, que "nos mandaba nuestra iglesia", a lo que le respondí que rezaría por él.
Se marchó diciendo "nah…, qué coño no quiero que recen por mí, yo tengo mejor vida de la que tú tendrás jamás" a lo que le contesté que sí, que yo iba a rezar por él y le pregunté su nombre.
Girándose me preguntó el mío y se lo dije. Serio y un poco nervioso por la situación dijo: "me llamó Jesús".
Entonces caminando otra vez hacia nosotros con la cabeza gacha y murmurando algo para sí mismo dijo:
–¿Cómo era? Ah sí–, y levantando otra vez la voz y mirándome fijamente me dijo –yo me llamo Judas–.
No pude evitar sonreír. Le respondí:
–Ah vale, ahora entiendo todo–. Se sonrió cínicamente y se marchó hablando para sí y gritando lo mala que era la religión.
Al momento vi que volvía y saqué mi móvil para grabar por si nos decía algo y el hombre, al pasar a nuestra altura, se giró y dijo no le hiciera fotos, que es ilegal. A lo que le dije que no es ilegal y que lo estaba grabando, no fotografiando, que estaba en la vía pública y podía grabar lo que quisiese y que además estaba grabando mi propia conversación con él.
Insisitió en que no podía y le invité a llamar a la policía si pensaba que hacía algo ilegal. Me contestó:
– No, yo no tengo miedo, estoy muy tranquilo–
Le insistí que llamase a la policía, que no tenía ningún problema.
Se alejó diciendo que mejor si yo estuviera muerto, que el mundo sería un lugar mejor, que vaya pena que no estuviese muerto.
Me giré y sonreí a mis compañeros de oración, haciendo una mueca, y nos reímos.
El hombre se alejó agachándose de forma extraña hacia el suelo y sacando la lengua con los brazos extendidos. Muy raro todo.
Jesús Grao
Parecía un día tranquilo porque Mediterránea Médica estaba cerrada; por tanto, ni personal ni mujeres ni nadie iba a acudir allí. Sin embargo, un hombre latino se ha acercado a nosotros y nos ha dicho:
– Tengo una pregunta para ustedes. ¿Puedo?
Le contesté que sí, sin problema.
Él nos preguntó señalando el abortorio.
– ¿No creen que las mujeres tienen derecho a abortar? –
Y simplemente le dije "No".
Un instante de silencio y el hombre volvió a preguntar
–¿Por qué?
Yo le contesté desde una experiencia propia.
–A mí me quisieron abortar y yo tengo derecho a vivir igual que todos. Mi madre pasó mal embarazo y le insistían en abortarme, pero ella siempre se negó y lo pasó muy mal con esas insistencias.
El hombre, ya nervioso, dijo que no podíamos estar ahí, que ninguna mujer va a dejar de abortar porque recemos y me preguntó:
–¿Cuántas han dejado de abortar?
Gracias a Dios en Castellón hace dos o tres campañas una chica se aproximó a un voluntario después de salir del abortorio y le dijo que no iba a abortar por qué lo vio allí rezando. Esta chica simplemente quiso que lo supiese, no quiso ayuda ni ser conocida pero me acordé de ese hecho y le pude contestar:
–Una, una chica se acercó y nos dijo que no abortaria gracias a nosotros.
El hombre contestó:
– Y como lo habrá criado?, ¿en qué condiciones? Mejor que aborte en vez de darle una vida indigna. ¿Hace cuánto de eso?
Le contesté que sí, que decidió criarlo y que sólo hacía un par de años.
El hombre entonces levantó la voz y le pedí que nos dejara rezar, que no estábamos ahí para debatir. Él contestó que si éramos conscientes que por poner un cartel que dice “Rezamos por ti y por tu bebé” teníamos que estar abiertos a debatir.
Contesté que puede generar un debate social, pero que no estaba ahí para debatir nada y que no quería debatir con él y no podía obligarme a hacerlo.
Entonces empezó a increparnos, hablando contra la religión, diciendo que somos el problema, que nuestra religión había provocado todas las guerras del mundo y matado mucha gente. Era irónico frente al centro donde más seres humanos son asesinados en nuestra ciudad de forma legal.
Nos dijo que le diésemos dinero a las mujeres para vivir. Le contesté que podría venir a ayudar a Provida, que ahí ayudamos a las mujeres.
Contestó que no, que él no iba a ayudar a nada, que no teníamos derecho a rezar ahí, que "nos mandaba nuestra iglesia", a lo que le respondí que rezaría por él.
Se marchó diciendo "nah…, qué coño no quiero que recen por mí, yo tengo mejor vida de la que tú tendrás jamás" a lo que le contesté que sí, que yo iba a rezar por él y le pregunté su nombre.
Girándose me preguntó el mío y se lo dije. Serio y un poco nervioso por la situación dijo: "me llamó Jesús".
Entonces caminando otra vez hacia nosotros con la cabeza gacha y murmurando algo para sí mismo dijo:
–¿Cómo era? Ah sí–, y levantando otra vez la voz y mirándome fijamente me dijo –yo me llamo Judas–.
No pude evitar sonreír. Le respondí:
–Ah vale, ahora entiendo todo–. Se sonrió cínicamente y se marchó hablando para sí y gritando lo mala que era la religión.
Al momento vi que volvía y saqué mi móvil para grabar por si nos decía algo y el hombre, al pasar a nuestra altura, se giró y dijo no le hiciera fotos, que es ilegal. A lo que le dije que no es ilegal y que lo estaba grabando, no fotografiando, que estaba en la vía pública y podía grabar lo que quisiese y que además estaba grabando mi propia conversación con él.
Insisitió en que no podía y le invité a llamar a la policía si pensaba que hacía algo ilegal. Me contestó:
– No, yo no tengo miedo, estoy muy tranquilo–
Le insistí que llamase a la policía, que no tenía ningún problema.
Se alejó diciendo que mejor si yo estuviera muerto, que el mundo sería un lugar mejor, que vaya pena que no estuviese muerto.
Me giré y sonreí a mis compañeros de oración, haciendo una mueca, y nos reímos.
El hombre se alejó agachándose de forma extraña hacia el suelo y sacando la lengua con los brazos extendidos. Muy raro todo.
Jesús Grao