Rezar en la calle es necesario porque es un testimonio para la sociedad

13-MARZO-23

Los frutos de la campaña no siempre se ven y no siempre son madres salvadas sino personas que nos ven rezar y a las que Dios les toca el corazón a través de nuestro testimonio.

Ana Ranero es coordinadora de Córdoba. Cuenta que una amiga de una farmacia cercana a su punto de oración había atendido a una madre y a su hija al salir del centro abortista con la decisión de que la joven no abortara “y estaban felices con la decisión que habían tomado”. Y es que no sabemos cuántas mujeres, sólo con vernos y con nuestra oración y ayuno, deciden seguir adelante con sus embarazos sin que lleguemos a enterarnos.

No sabemos cuántas mujeres, solo con vernos y con nuestra oración y ayuno, deciden seguir adelante con sus embarazos sin que lleguemos a enterarnos. 


En la misma ciudad, dos trabajadoras del centro abortista frente al que rezan (una era enfermera y otra trabajadora social y psicóloga de la clínica), salieron para hablar con los voluntarios. “Nos explicaron su labor con educación y respeto e incluso nos invitaron a entrar en la clínica para informarnos de todo”, cuenta Ana Ranero.

Las voluntarias que se encontraban con Ana en ese momento también les explicaron la labor de 40 Días por la Vida, mientras las trabajadoras escuchaban con respeto. “Nos decían que ellas se preocupan por la madre, con todo su dolor cuando decide abortar, a lo que nosotras contestamos que nos preocupamos por las dos vidas y las referimos al testimonio de María del Himalaya”, explica Ana. 

 

El misterio del Rosario

A poco de empezar la campaña, desde Albacete unos voluntarios contaban que, durante su turno de oración, se les había acercado un señor para preguntar qué estaban haciendo. Cuando se lo explicaron él les contó varios sufrimientos de su vida y se puso a rezar con ellos un misterio del rosario, un momento que fue muy emocionante para todos. Este señor se fue con un rosario que le regaló un voluntario y con la intención de aprender a rezarlo.

En San Sebastián los voluntarios tienen que rezar a 100 metros de la clínica debido a las denuncias de la campaña pasada, pero son conscientes de que esta situación es providencial ya que, en su caso “la labor de esta campaña se está centrando más en la concienciación social”, como cuenta la coordinadora Elena Sancho. “El que la gente nos vea rezando tantas horas, impacta”, continúa Sancho. En uno de los turnos, se les acercó una mujer a contarles que ella había sido obligada a abortar por su madre y su hermana, siendo muy joven. Como consecuencia, sufrió unos desgarros que le han impedido tener más hijos. “Nos dijo que hacíamos muy bien rezando porque ella ha tenido una vida desgraciada por aquel aborto”, cuenta Elena.

 

En la oración hay consuelo

También en Madrid el séptimo día de campaña se acercó una pareja a los voluntarios que rezan frente al abortorio Isadora. Les contaron con gran tristeza que habían abortado y acudían a su revisión. La razón del aborto se debía a las recomendaciones médicas por el mal estado de salud del bebé, de unos cinco meses de gestación. “Esta pareja se acercó a nosotros para desahogarse y para decirnos que nuestras oraciones los habían reconfortado”, cuenta el voluntario Arturo Rodríguez. “Incluso nos defendieron de un vecino que, al pasar, nos mostró su reprobación”, explica Rodríguez. Los voluntarios del turno acogieron a esta pareja intentando animarlos y rezando especialmente por ellos, un testimonio que dio fuerzas a los orantes para continuar con su labor.

También contamos con voluntarias que llegan a ser como las abuelas de los bebés rescatados. Es el caso de Paola Gerlache, una voluntaria de Madrid que teje con cariño y en oración ropita para los niños. Es otra manera de ayudar, de hacer ver que no abandonamos a nadie y de que cada uno puede buscar su manera de contribuir a la defensa de la vida.

 

Voluntarios en Madrid


 

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